jueves, 18 de marzo de 2010

¿Todos somos parte de los Juegos?

Este es un blog que pensé mucho en si debería o no escribir, pero definitivamente terminó ganando esa fuerza que se siente en la yema de los dedos y que tiene una conexión directa con esa parte del cerebro donde surge la inconformidad, dónde uno se pregunta qué puede hacer ante algo que simplemente no le gusta... entonces surge la denuncia. Pues bueno, hoy me toca escribir de algo que probablemente algunos ya hayan visto o que estarán viendo por estos días donde la ciudad se viste de alegría y deporte; se llena de regocijo y alardea de su "plan perfecto" para recibir a los atletas y las autoridades en el deporte de alto rendimiento invitados a los IX Juegos Suramericanos.

Soy usuario del Metro, me lleva a casi todas partes. Me pongo los audífonos o escucho conversaciones ajenas y todo muy normal. Me cuelgo de las barras si nadie me ve y cedo el puesto cuando quiero. Pero hoy el Metro fue paradoja, fue indignación y retroceso.

Resulta que llegué yo tipo nueve de la mañana a la Estación San Javier y llegó el tren, como de costumbre; yo siempre me subo en el último vagón para que me quede más cerca de las escaleras en la estación de transferencia que es San Antonio... pero hoy había algo que no era normal, que no era cotidiano, que era agresivo y discriminatorio. Empleados del Metro y de los Juegos Suramericanos cargaban de extremo y extremo una cinta verde y estaban atentos a la llegada del tren al igual que todos los usuarios... pero ellos tenían un objetivo diferente, se les veía en la cara y no querían mirar a nadie a los ojos. Se abrieron las puertas del tren y ellos se adelantaron a atravesar de lado a lado el vagón, poniendo cada extremo de la cinta verde en dos de las barras de aluminio que sirven para no perder el equilibrio si uno va de pie. Acto seguido, se subieron 5 o 6 personas con chaqueta de los Juegos Suramericanos: un señor asiático, uno peruano y otros dos con cuerpo de atleta. El resto eran sus "cuidadores" y estaban pendientes de que nadie atravesara la cinta verde, que además tenía un letrero que decía: "Espacio reservado para atletas" y abajo, entre paréntesis para justificarse: "Este espacio fue solicitado por el Comité Olímpico Internacional". Está bien, la idea no fue del Metro, pero de una u otra manera el Metro está siguiendo ese juego de exclusión que nos propusieron, porque la lambonería siempre se nos activa cuando hay un evento de esos dizque "muy internacional"; para la muestra un botón: ¿Qué hizo la ciudad con los gamines cuando se acercaba el BID? ¿Para dónde se los llevaron? ¿Acaso el BID solicitó que no hubieran gamines en la calle, ni basuras, ni escombros en las aceras? Siempre pasa: se construye un paisaje falso de lo que es urbano, una red de mentiras y una ciudad supuestamente en desarrollo que lo único que hace es IR PARA ATRÁS.

¿Por qué me indigna tanto? -"Es un proceso de rutina... de prevención"- podrían decir los del Comité Olímpico Internacional, pero entonces que Medellín no se jacte de una ciudad alegre de ser visitada, que los medios de comunicación no armen un falso discurso de inclusión y de sentido de pertenencia, porque gestos como ése lo único que hacen es hacer que los extranjeros piensen: "la gente de acá es tan peligrosa que la tienen que aislar en un vagón" Ojalá el truco les salga mal y los extranjeros pensaran: "Los organizadores acá son tan lambones que tienen que poner una barrera para que nos sintamos importantes" Porque hablando sinceramente, en el plano de lo real, si yo fuera un atleta no me gustaría que me aislaran... todo lo contrario: pediría que me juntaran con la gente, ver sus costumbres, visitaría todos los lugares que pudiera e intercambiaría mi correo electrónico con dos o tres amables personas del lugar, pintaría un graffiti en un muro de la ciudad, dejaría una huella y me tomaría fotos con los que limpian vidrios de los carros e iría a la calle de las putas para hablar con ellas un rato, sólo por sentir en la piel la alegría de ver lo grande que es el mundo y que uno jamás termina de expandirse ni de intercambiar ideas.

Lastimosamente, por solicitudes como la del Comité Olímpico Internacional, el Metro tiene que poner límites, como siempre los ha puesto. "no se apoye en las puertas del tren, no pise la línea amarilla, ceda el puesto..." y todo ese discursito del control, del cuerpo bien comportado, de la "Cultura Metro". Pero me parece que esto va más allá de toda norma boba antes inventada. Es como si con la cinta verde nos quisieran decir "No nos hagan quedar mal, no interactúen con nadie de otro país, ojo con la visita". Es exactamente lo que Medellín quiere reflejar: una ciudad encerrada por montañas, hermosas montañas que no nos dejan ver lo que hay más allá...

¿Cómo vamos a esperar que la visión en el exterior de una Medellín asesina y violenta cambie? Si este tipo de restricciones infantiles nos recuerdan lo piramidales que somos, lo que no le hemos permitido al cuerpo, que es al que deberíamos hacerle más caso, en vez de estar siempre pensando cómo quedar bien.

Felicitaciones al Metro por haber sido elegido como el sistema de transporte oficial de los Juegos Suramericanos y supongo que detrás de eso debe haber mucha gente trabajando porque Medellín sea una ciudad inolvidable para los visitantes... pero hay que pensar un poco más allá cómo están respondiendo a esa responsabilidad. Cómo ser consecuentes con lo que la empresa misma ha denominado Cultura Metro. En la página web ellos dicen: "Por primera vez en la historia de los juegos del ciclo olímpico una empresa de transporte público masivo será la encargada de llevar a los participantes y al público a las competencias." ¿Transporte público? Pues esta vez no lo es tanto... Es un transporte privado para ellos, disfrazado de transporte público. El asiático hoy por la mañana miraba extrañado la cara de los que estábamos al otro lado de la cinta, no se aguantó las ganas y nos tomó una foto. Una foto del ganado paisa, el ganado que es mejor ver de lejitos porque es mejor prevenir que tener que lamentar.

Y para el final, la mejor paradoja de todas: "La formación de usuarios es una labor basada en creer en el buen espíritu de la gente, en su capacidad para asumir normas y responsabilidades..." ¿CREER? ¿¡Creer!? Esa cinta es TODO, menos confianza. Sigámonos creyendo tan correctos y veremos cómo este sistema de adulación y de reflejar algo que no somos traerá la destrucción final; porque la verdad se puede tapar con cinco enormes piscinas nuevas, una cinta verde y un evento espectacular al que sólo los más adinerados pueden entrar (así al estadio Atanasio Girardot le quepan cuarenta y cinco mil personas)... pero la verdad está ahí, debajo de todo eso, y la verdad es que todos somos del mismo planeta, nacimos en países diferentes, separados por kilómetros, por costumbres, por guerras inventadas... Nacimos en un mundo lleno de medios de comunicación y más separados que nunca. A mí que no me vengan ahora a decir que una cinta verde es una frontera más al intercambio cultural; los límites sólo estorban al nacimiento de un nuevo mundo expandido, en paz, un mundo sensible que yo soñé.

2 comentarios:

  1. definitivaente certero, concreto y bello este articulo dani. te felicito un monton te quiero un monton y al igual que tu me siento muy indignado con la situación. la medida que tome fue estar cerca siempre de la lista y coquetear ya sea con chicos o chicas deportistas, no me parece para nada que " la cultura metro " nos robe la posibilidad de conocer al amor de nustras vidas o hacer grandes amigos de otros lugares con seguridad mas reales que el nuestro, de nuevo felicitaciones por el articulo.

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  2. Muy sentido, se siente la indignación al leerlo, también muy cierto y muy triste!
    Un abrazo Dani!

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